Obra. El aporte del Príncipe de las Letras Castellanas a la construcción de la identidad latinoamericana, así como sus vivencias durante sus dos viajes a tierras cariocas son contadas en “Yo pan- americanicé. Rubén Darío en Brasil”, el último libro publicado por Luís Cláudio Villafañe.

Foto: Nayira Valenzuela

Por: Carla Torres

Al recibir la noticia de su nombramiento como embajador de Brasil en Nicaragua, el diplomático e historiador Luís Cláudio Villafañe empezó a preparase para su nuevo puesto, y al estudiar sobre la evolución de la identidad internacional de Brasil se encontró con el poeta Rubén Darío, quien tuvo un papel muy importante en la construcción de la identidad de América Latina.

A través de su obra “Yo pan- americanicé. Rubén Darío en Brasil”, Villafañe, quien también es historiador, explica que las identidades culturales son construcciones intelectuales e históricas, y siempre es relacional, o sea, que tiene que ver con el otro. “Uno se identifica como tal y se relaciona al otro. Por ejemplo: soy más alto que fulano”, apuntó.

Añade que cuando los países hispanoamericanos se separan de España, el otro es Europa, entonces ser nicaragüense, ser venezolano, ser argentino es no ser español. También cita al historiador inglés Benedict Anderson, quien habla de las comunidades imaginadas.

“Los mexicanos leían los diarios de Ciudad de México y podían imaginarse mexicanos, pero si leían los diarios que venían de Buenos Aires era muy difícil imaginarse argentinos. Estaba muy lejos, las situaciones y las noticias llegaban muy tarde. Las condiciones eran muy distintas, entonces la creación de estas identidades se ponía muy difícil”, dijo.

También explica que desde su punto de vista, Brasil no se fragmentó en muchos países porque siguió siendo monarquía por casi 70 años (1822 a 1889) después de la independencia de las Repúblicas Latinoamericanas. Además, la esclavitud se mantuvo hasta 1888 y la República llegó el año siguiente, en 1889, y esto también ayudó a que no se fragmentara.

El historiador y diplomático apunta que al convertirse en República, Brasil cambia su identidad, pero no asume la de sus vecinos, la que quiere construir en ese momento es con Estados Unidos; entonces otra vez se pone en alteridad con los países hispanos, en este contexto llega Darío a esas tierras.

Villafañe señala que los países latinoamericanos ya no ven a Europa como el otro, sino a Estados Unidos, en la medida que lo ven expandiéndose territorialmente en la región. En la construcción de la identidad latinoamericana hay tres intelectuales importantes. El primero es el uruguayo José Enrique Rodó, quien escribió el libro llamado “Ariel”, en 1900; el otro es José Martí, cubano, y el tercero es justamente Darío.

“El libro de Rodó expone la alteridad. El autor utiliza los personajes de ‘La Tempestad’, de William Shakespeare. Ariel es un ángel, y Calibán es el demonio. Rodó toma esta dicotomía; pero Darío ya había anticipado esta comparación, esta metáfora”, señala.

Añadió que Rodó populariza algo que Darío ya había pensado, y era poner a Estado Unidos como Calibán, el demonio; y los países latinoamericanos como Ariel, que representa el alma, el espíritu.

“Con el ensayo: ‘El triunfo de Calibán’, de 1898, Rubén Darío transformó definitivamente el foco de la alteridad de los países hispano y latinoamericanos: los Estados Unidos asumirían, ahora incontestados, la condición del otro que define la identidad de los países latinoamericanos”, dice Villafañe en su obra.

Añadió que como respuesta a esa alteridad amenazadora, Darío contrapone la necesidad de la unión de la raza latina contra el opresor, cuyas intenciones y determinación no estaban siendo comprendidas por las naciones latinas.

Según Villafañe, pocos años después, en 1904, como una reacción al apoyo estadounidense a la independencia de Panamá, él vuelve a insistir en el tema de la alteridad entre América Latina y Estados Unidos en la “Oda a Roosevelt”.

Por otro lado, la idea del panamericanismo empezó a formularse en 1880. Una América en que los Estados Unidos impusieran sus valores y liderazgo sobre las demás naciones del continente. Para llevarla a cabo se realizaron varias conferencias, y en la tercera de ellas, realizada en Brasil en 1906, asistió Darío como secretario de la delegación nicaragüense.

Durante el evento, el Príncipe de la Letras Castellanas, escribió “Salutación al Águila”, un poema muy americanista. Tuvo una reacción muy dura porque quedó al revés todo lo que decía. Villafañe relata que los biógrafos de Darío no consiguen explicar el porqué del poema.

El embajador brasileño considera que es importante explicar el contexto en el que Darío escribe este poema. Durante el viaje de París a Río de Janeiro, el poeta estuvo embarcado con Joaquim Nabuco, embajador de Brasil en Washington, organizador del evento.

“Todo el clima de la conferencia, porque era para celebrar la idea panamericana, choca totalmente con la idea de la alteridad entre Latinoamérica y Estados Unidos. Y lo más interesante es que el jefe de la delegación nicaragüense, Luis Felipe Corea, tuvo miedo de que Darío saliera con cosas muy antiamericanas, entonces lo puso un poco aparte. La situación le creó un gran disgusto (a Darío) y ahí es cuando ve la oportunidad de brillar, de tener un protagonismo, no la desperdicia y escribió un poema muy bonito desde el punto de vista poético: ‘Salutación al Águila”, acotó el embajador.

No obstante, el poema tuvo reacciones negativas, Rufino Blanco Fombona le escribió a Darío una carta donde le dice: “¿Cómo no lo han lapidado a usted, querido Rubén? Lo juro que lo merece. ¿Cómo? ¡Usted, nuestra gloria, la más alta voz de la raza hispana de América, clamando por la conquista? (…) ¡Oh poeta de buena fe descarriada! ¡Por qué canta usted a los yanquis, por qué echa margaritas a los puercos?”.

Villafañe aclara que el encantamiento vivido en 1906 por Darío con las posibilidades del panamericanismo duró poco, pronto se chocó con la realidad del invariable intervencionismo de la política externa americana. En un artículo publicado en “La Nación”, el 28 de septiembre de 1912, titulado “El fin de Nicaragua”, Darío retomó con fuerza y de manera inequívoca su antimperialismo, al advertir sobre la amenaza que pesaba sobre su país.

Fantasía dariana

Cabe señalar que en el primer viaje de Darío se habla de su relación con la llamada Condesa X. El embajador brasileño manifestó que se dice que cuando el poeta llegó a Brasil, una condesa le invita a su casa, pero ella no estaba, solamente sus libros. Llega el mayordomo y le dice que la casa está a su disposición, al final se encuentra con la condesa en su casa de campo.

“La condesa es una fantasía, porque yo con datos duros, con testigos y documentos sé que estuvo hospedado en un hotel. El día que estaba por salir, donde pudiera haber estado con la condesa, estaba muy enfermo. Entonces esta es toda una fantasía que se ha repetido y repetido y ha ganado aires de verdad. Esta fantasía tendrá su explicación en sus vivencias en una sociedad que venía de la monarquía, entonces había condesas y baronesas”, apuntó.

Añadió que se encontró con datos de una condesa llamada Sylvia Diniz, quien era amiga de Elysio Carvalho, quien también tuvo amistad con el poeta nicaragüense. “Mi suposición es que Darío con su amigo fue a las fiestas de esa señora y quedó encantado, porque era una de las anfitrionas más importantes de Río de Janeiro. Ahí se habrá quedado impresionado y su imaginación de poeta habrá dicho esa historia oralmente a alguien y se repitió. Desde mi punto de vista no es verdadero”, señaló Villafañe.

El embajador explica que antes de que llegara a la conferencia, Darío no era conocido, pero en el segundo viaje en 1912, fue bien recibido por la prensa y él llega a hacer promoción de dos revistas. Además, la Academia Brasileña de Letras homenajeó a Darío en una sesión especial. En esta ocasión también brindó una conferencia acerca de la obra de Nabuco, quien había muerto en 1910.

La obra

El embajador de Brasil explica que su libro tiene dos claves: la primera es la discusión de la identidad latinoamericana y de Brasil, así como el papel de Darío y su poesía. La segunda clave es contar las vivencias de Darío durante los dos viajes que hizo a tierras cariocas y aclarar varios puntos al respecto. Por ejemplo, se cree que él ha venido desde Nueva York a Río, pero venía de París. Además, lo colocan en el viaje en compañía de otros poetas centroamericanos, pero no estaban en el mismo buque.

Villafañe dice que también encontró en los archivos brasileños una fotografía, en la que supuestamente Darío está con Joaquim Machado de Assis, uno de los máximos exponentes de la literatura brasileña, pero al investigar descubrió que no podría ser cierto porque en la fecha que se realizó el poeta ya no estaba en el país sudamericano.

Finalmente, considera que el Príncipe de las Letras Castellanas es muy simpático con Brasil, y le dedica varios poemas, uno de ellos a Machado de Assis. Además, en sus obras, tanto de prosa como de versos, aborda temas como la literatura brasileña de la clase intelectual y la naturaleza del país.

“Yo pan- americanicé. Rubén Darío en Brasil” no se ha presentado ni en Nicaragua, según su autor posiblemente se realice en enero, después de las fiestas de Año Nuevo.

 

Cortesía: El Nuevo Diario