Por: Mario Urtecho.

Último año de Darío, la obra más reciente del poeta y escritor Francisco Javier Bautista Lara, incursiona en las vicisitudes enfrentadas por Rubén en el último tramo de su vida.

Cada capítulo contiene detalles desconocidos que periodistas, escritores y amigos escribieron desde que las noticias avisaron de la llegada a Nueva York de aquél que alguna vez aseveró que la poesía debe tender a un ambiente de eternidad, so pena de no ser.

Pese a que en León fue enjuiciado por vago, entre sus 13 y 16 años Darío publicó artículos en periódicos, dio clases de literatura, trabajó en la Biblioteca Nacional, leyó sin tregua, memorizó el diccionario de la lengua española, laboró con el presidente Adán Cárdenas, y viajó por primera vez a El Salvador.

En su peregrinaje cosmopolita vivió en Chile (1886-89), y Centroamérica (1889-1893), donde además de crear poesía, fue periodista, director de La Unión de El Salvador, y de El Correo de la Tarde de Guatemala, publicó en Prensa Libre, El Heraldo y El Comercio de Costa Rica, y colaboró con los principales diarios de entonces.

En 1893, al volver de su primer viaje a España, nombrado cónsul de Colombia en Argentina, se fue a Buenos Aires, vía Nueva York-París, laborando en la ciudad porteña en La Nación, prestigioso diario con el que permaneció casi un cuarto de siglo, los últimos 18 años de corresponsal en Europa.

 

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