Rubén Darío profesó un culto hacia la libertad documentado desde sus primeros poemas como “El libro”, hasta en otros más tardíos como “Canto a la Argentina”, escrito muchos años después.

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La relación entre simbolistas y anarquistas era tan estrecha que cuando se daban actos terroristas por anarquistas radicales, en los juicios que se les realizan los simbolistas servían como testigos. Fieles a la causa anarquista, como es el caso de Mallarmé y otros como Laurent Telhade, hasta llegaban a justificarlos: “¿Qué importan las víctimas si el gesto es bonito? ¿Qué importa la muerte de vagas humanidades, si por ella una individualidad se afirma?”. Darío conocía la obra de Laurent Telhade desde su adolescencia. Así lo demuestra en su poema “El libro”, en los siguientes versos: “…Ya nos envuelve en su luz / la palabra de Laurent/ya enseña con Pelletán / mil torrentes de verdad/ Ya predica la igualdad / y odio al autócrata, al rey/con las tablas de la ley / de la nueva libertad”. Laurent Telhade fue incluido en “Los Raros” junto a otros poetas anarquistas plenamente reconocidos, como Paul Adam, Ibsen, etc.

Podríamos afirmar que las batallas que se libraron en Francia por el verso libre a finales del siglo XIX se llevaron a cabo bajo las banderas del anarquismo y como expresión de este movimiento. “El simbolismo, dice Rémy de Gourmont, podrá ser considerado por nosotros como el libre y personal desarrollo del individuo estético en la serie estética”. Jacques Monférier tiene un estudio sobre simbolismo y anarquía, y menciona una correspondencia casi perfecta entre el ideal social libertario y el florecimiento del arte poético: “El hombre libre quiere un arte y una literatura libre, y los simbolistas están conscientes de incluirse así en una evolución de la totalidad del pensamiento humano”. El verso libre aparece entonces como un acto de rebelión en contra de las escuelas y academias que limitan el arte poético y la manera de poetizar.

Volviendo al caso Wagner, suele ser recordado por su música, pero más allá del músico, hay un Wagner revolucionario que dejó interesantes obras literarias de inspiración anarquista como “La obra de arte del porvenir” y “El arte y la revolución”. En esta última obra publicada en 1849 en la revista anarquista Los tiempos nuevos, explora la Atenas clásica para proyectar su visión de arte futuro bajo el concepto de crear sobre lo viejo un arte nuevo, porque allí, en la Atenas clásica, estaba el origen de la tragedia, del drama, del mito, de la poesía. Este mismo concepto fue adoptado por los poetas modernistas y americanizado por Darío. “Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, en el indio legendario y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro”. Este reiterativo sueño anarquista de renovación, de reedificar sobre los escombros del pasado destruido u olvidado fue claramente expuesto por Shelley, que como he mencionado fue el primer poeta anarquista. “La gran edad de la tierra vuelve a iniciarse /Los años dorados regresan / La tierra renueva como la serpiente / Sus ajados velos invernales…” El ideal modernista dariano tiene su expresión también en el poema “El cisne”: “El cisne antes cantaba solo para morir / Cuando se oyó el acento del cisne wagneriano / fue en medio de una aurora, fue para revivir”.

Rubén Darío profesó un culto hacia la libertad documentado desde sus primeros poemas como “El libro”, hasta en otros más tardíos como “Canto a la Argentina”, escrito muchos años después, en el que la palabra libertad se hace reiterativa. Aún en abril de 1903, cuando se publica el primer número de la revista española Helio, Darío proclama la libertad absoluta como ideal artístico. Darío fue enemigo de los socialismos colectivistas de corte marxista y de los anarquistas radicales de raíz jacobina, por eso no hay que confundir el anarquismo radical que utilizó la violencia como arma de lucha y que tanto criticó Darío, con la estética anarquista que le moldeó el camino al modernismo. En la crónica que publica Darío en 1899 con el título “El Modernismo en España”, e incluida en “España Contemporánea”, Darío critica el españolismo de Juan Valera y deja clara la influencia de la estética anarquista en el modernismo: ‟“… Esto impide la influencia de todo soplo cosmopolita, como asimismo la expansión individual, la libertad, digámoslo con la palabra consagrada, el anarquismo en el arte, base de lo que constituye la evolución moderna o modernista”

Alberto Acereda observa bien el enlace del concepto libertad con individualidad que es reiterativo en la obra dariana, pero olvida mencionar que este binomio libertad-individualidad también es reiterativo en el esteticismo anarquista. Oscar Wilde, quien era anarquista declarado, llegó a afirmar que el arte es la manifestación suprema del individualismo”. Cuando a Darío le faltan pocos días para entrar en coma, tiene entre sus manos un libro del anarquista Henrik Ibsen, quizás para terminar muriendo en su propio drama, repitiendo: “El Crimen que no puede borrar el arrepentimiento, el pecado al que la gracia no alcanza lo comete quien mata una vida para el amor”.

*El autor es médico
dr_amaya2006@hotmail.com

 

Cortesía: El Nuevo Diario