Por: El Nuevo Diario de Nicaragua (Nuevo Amanecer).

(Fragmento de conferencia dictada en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica –INCH- el pasado 16 de julio).

Vengo a debatir con ustedes, en el sentido de conversar en torno a una puesta en común sobre Rubén Darío y los usos que ha hecho de él el discurso del mestizaje. Más que respuestas traigo algunas preguntas. Se trata de compartir ciertas inquietudes que desde los estudios culturales me planteo para entender mejor el complejo tramado cultural nicaragüense. Pienso que, según sean las respuestas que demos a esos planteamientos, podrían abrirse las salidas de los caminos ciegos, por los que se resbala nuestra historia, entrampada todavía en las formaciones discursivas del siglo XIX.

Los peregrinos que se dirigían a la ciudad sagrada de Eleusis corrían el peligro de que en el camino los atrapara un maniático de nombre Procusto, quien, obsesionado por la uniformidad, los forzaba a acostarse en un camastro para medir su tamaño. Si eran muy pequeños les estiraba los miembros, si por el contrario eran más grandes se los recortaba. La metáfora del “Lecho de Procusto” alude a la ansiedad homogeneizadora con que se construyeron las identidades nacionales en el siglo XIX.
Nadie ignora que en ese siglo se estableció el mestizaje como marca de la identidad latinoamericana, un concepto con el que se buscaba conciliar todos los componentes sociales, homogeneizándolos dentro de una Nación con una lengua, una raza y una cultura común. Así, en Nicaragua el mestizaje ha sido descrito como la fusión del indígena con el español, y aun se insiste en una identidad nacional fija, pese al reconocimiento de la existencia de otros sujetos diferentes.
El concepto de nación con el que se define a la unidad territorial regida por un gobierno que cuenta con el consenso de sus gobernados era casi inexistente en Nicaragua hacia el final de la primera mitad del siglo XIX. El proyecto de la élite patriarcal nicaragüense de construir un Estado-nación calcado de los modelos del norte europeo y basado en la economía agroexportadora, enfrentó diferentes obstáculos, además de la anarquía que reinó por casi cuarenta años después de alcanzada la Independencia en 1821.

 

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