Jorge Eduardo ArellanoPor: Jorge Eduardo Arellano - n.Granada, Nicaragua (1946) Historiador de Arte, de las letras y la cultura nicaragüense y autor de casi un centenar de libros. Doctor en Filología Hispánica (Universidad Complutense, Madrid). Director de la Academia Nicaragüense de la Lengua (2002).

El hecho de que se exalte a un poeta como Héroe Nacional es cosa que enaltece a Nicaragua y que nos honra a todos los americanos”, escribió Germán Arciniegas acerca de la conmemoración centenaria del nacimiento de Darío, celebrada del domingo 15 al sábado 21 de enero de 1967.

La Comisión Nacional
Según su ley creadora que regía desde su publicación en La Gaceta / Diario oficial, el 7 de septiembre de 1964, una Comisión Nacional se formó para promover, planear y ejecutar todas las actividades conducentes. Gobernaba René Schick Gutiérrez, y era ministro de Educación Pública, Gonzalo Meneses Ocón. Presidida por el sucesor de este, José Sansón Terán, la conformaron Hope Portocarrero de Somoza, presidenta del Instituto Pro-Arte Rubén Darío, y las personalidades siguientes: Guillermo Rothschuh Tablada, director de Extensión Cultural del Ministerio de Educación y coordinador general; Eduardo Zepeda-Henríquez, director de la Biblioteca Nacional; Carlos Tünnermann Bernheim, rector de la Universidad Nacional Autónoma; reverendo León Pallais Godoy, S.J., rector de la Universidad Centroamericana; Pablo Antonio Cuadra, director de la Academia Nicaragüense de la Lengua; Rodrigo Peñalba, director de la Escuela Nacional de Bellas Artes; doctor Diego Manuel Sequeira, secretario ejecutivo; y Gabry Rivas, jefe de Relaciones Públicas. Igualmente, la integraron los representantes del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, Juan Munguía Novoa; de la municipalidad de León, Gustavo Sequeira Madriz; de la municipalidad de Ciudad Darío, Juan José Rivas Valdivia, y tres darianos nombrados por el Ministerio de Educación: Julio Ycaza Tigerino, Edgardo Buitrago y José Jirón Terán.

Bienvenida a invitados e inauguración

Setentitrés sumaron los invitados extranjeros, procedentes de países americanos y europeos, más uno de la joven república de Senegal, África: el francés René L. F. Durand, catedrático de la Universidad de Dakar. Entre ellos, solo figuraba una mujer: la docta y bella alemana Erika Lorenz, autora de la obra Rubén Darío, bajo el divino imperio de la música. A quienes llegaron el sábado 14, el presidente interino doctor Lorenzo Guerrero, sucesor de Schick desde agosto de 1966, les dio la bienvenida en el Salón Darío de la Biblioteca Nacional, y por la noche, durante una recepción en el Country Club, el ministro del Distrito Nacional, Humberto Ramírez Estrada, les hizo entrega de los pergaminos en que se les declaraba huéspedes de honor de la ciudad capital.

A las 10:00 a.m., día siguiente, en el auditorio del Banco Central se verificó la ceremonia inaugural. Intervinieron el presidente Guerrero, el ministro Sansón Terán, Erika Lorenz —en nombre de los invitados—, y el rector de la Universidad de San Marcos de Lima, Luis Alberto Sánchez, con la conferencia “Otra ventana sobre Rubén Darío”. A partir de las 12 del día, el monumento al gran poeta en el parque de su nombre, se vio colmado de ofrendas florales y fue develizada, por el Consejo Distrital, una placa conmemorativa del centenario. Otra recepción nocturna se ofreció en el Club Social de Managua. Alguien dijo que en esta semana los huéspedes de honor bebieron tanto whisky como Darío en toda su vida.

Primer Congreso Regional de Academias de la Lengua

Del lunes 16 al miércoles 18, se desarrolló en el auditorio del Instituto Nacional de Seguridad Social este evento pionero, organizado por la Academia Nicaragüense de la Lengua. Pablo Antonio Cuadra, su director, y Julio Ycaza Tigerino, secretario perpetuo, lo encabezaron. Además de 13 nicaragüenses, asistieron 12 académicos del área ístmica, tres españoles: Julio Palacios, Luis Rosales y Joaquín Calvo Sotelo; tres venezolanos: Arturo Uslar Pietri, Pedro Pablo Bartola, S.J., y Armando Rojas; tres mexicanos: Francisco Monterde, Jaime Torres Bodet y Alfonso Junco; dos ecuatorianos: Augusto Arias y R. P. Miguel Sánchez Astudillo; y un argentino: Luis Alfonso, secretario permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

A Guatemala la representaron: Luis Beltranena Sinibaldi, R. P. Isidro Uriarte S.J., y David Vela; a El Salvador: Hugo Lindo, Alberto Rivas Bonilla, Ítalo López Vallecillos y Roberto Lara Velado; a Honduras: Carlos M. Gálvez, Jorge Fidel Durón y Juan Valladares Rodríguez; a Costa Rica: Arturo Agüero, Alberto Cañas y José Marín Cañas; a Panamá: Baltazar Isaza Calderón, Ismael García y Rogeloi Sinán.

Tres comisiones debatieron los temas: Rubén Darío y el habla centroamericana; Rubén Darío y Centroamérica; y La integración cultural centroamericana. El Congreso produjo seis discursos, 10 ponencias, 11 resoluciones y cuatro actas. Todo ello fue recogido en un volumen de 234 páginas, terminado de editarse el 15 de julio de 1968 en los Talleres de la Imprenta Nacional, bajo el cuido de Guillermo Rothschuh Tablada y de Fidel Coloma González.

El concurso Rubén Darío

A nivel latinoamericano se había convocado el Concurso Rubén Darío en tres ramas: poesía, ensayo y pintura. Los jurados se reunieron el 13 y el 14 de enero para discernir los premios de US$5,000 cada uno. El de poesía (Luis Rosales, José Coronel Urtecho y Hugo Lindo) escogió al nicaragüense Horacio Peña por su obra Ars moriendi y otros poemas. El de ensayo (Guillermo Díaz Plaja, David Vela y Ernesto Mejía Sánchez) lo otorgó a otro nica, Alejandro Hurtado Chamorro, por La mitología griega en Rubén Darío; y el de pintura (José Gómez Sicre, Michael Burt y René Sandino Argüello), al argentino Víctor Chab. Además, el Premio Italia —para pintores nacionales— lo obtuvo Genaro Lugo con su “Tríptico de la raza”.

El Libro de Oro y las conferencias

Veintiocho conferencias de temas darianos fueron leídas por radio y televisión o en centros culturales de Managua, León, Jinotepe, Chinandega, Masaya y Granada. Inéditas, se compilaron casi todas en el Libro de Oro, editado por Mario Cajina Vega, el 22 de diciembre de 1967, declarado oficialmente Año Rubén Darío.

Dos mil ejemplares numerados se tiraron con sobrantes para reposición y archivo, sobre papeles Hoja y Cristal guarnecidos por cartulina Espejo, en tamaño infolio, en tintas azul solar (color heráldico del vate), negro expreso, negro litográfico, sepia marina y verde gris. En el anverso y en el reverso de la moneda de Rubén Darío con valor de C$50, emitida en conmemoración de su centenario, fueron grabados al temple —según el cuño original— en oro fino.

He aquí los autores y títulos de las conferencias. En primer lugar de la alemana Erika Lorenz: “Rubén Darío el gran sinfónico del verbo”, de los españoles Guillermo Díaz Plaja: “Influencia del modernismo catalán en Rubén Darío” y Dionisio Gamallo Fierros: “La asunción del dolor humano en el nicaragüense Rubén Darío”; de los franceses Charles Aubrun: “Darío en el Mercure de France desde 1897 y primera versión francesa de su poesía”; y René L. F. Durand: “El motivo del centauro en la poesía de Rubén Darío”; de los italianos Giuseppe Bellini: “Italia en Rubén Darío”, y Francesco Tentori: “La perennidad de Rubén Darío”; y de los estadounidenses Boy G. Carter: “Rubén Darío y la Revista de América en el movimiento modernista de Argentina”, y Charles D. Watland: “La prosa de Rubén Darío”.
De los argentinos Raimundo Lida: “Desde Rubén”, Enrique Anderson Imbert: “Rubén Darío y la literatura fantástica”, Rubén Darío Contreras: “Rubén Darío y el Navigare necesse de la Roma Imperial”; Alfredo A. Roggiamo: “Rubén Darío en la Argentina”; y Leónidas de Vedía: “Proyección poética de Rubén Darío”; de los brasileños Gerardo Mello: “Diálogo con Colón”, y Pedro Calmón: “Rubén Darío E O Brasil”; de los ecuatorianos Augusto Arias: “Rubén Darío: americano y universal”, y Miguel Sánchez Astudillo S.J.: “Doble musa dariana”; de los venezolanos Arturo Uslar Pietri: “El mestizaje del Nuevo Mundo”, y Pedro Barnola S.J., “Sinceridad humanística de Darío”; del colombiano Germán Arciniegas: “Rubén y el sentido universal del hombre americano”; y del chileno César Guzmán Castro: “Rubén Darío, el poeta de América”.

Finalmente, de los mexicanos Jaime Torres Bodet: “El legado de Rubén”, y Francisco Monterde: “Rubén Darío y México”; del salvadoreño Hugo Lindo: “Lo mutable y lo permanente en la obra de Rubén Darío”, y del costarricense Carlos Jinesta: “Historia de América y el arte de Rubén Darío”.

Homenaje extraordinario de México

Otros invitados tomaron parte en los actos culturales. En el Homenaje Extraordinario de México en Managua: el maestro Icilio Bredo y Blas Galindo (el primero director del concierto de Gala de la Orquesta de Cámara Vivaldi, y el segundo director y autor del poema musical “Canto de Vida y Esperanza”), más la recitadora Graciela Múñoz Peza, nieta de Juan de Dios Peza. O en el simposio en León: Orestes Macri, de Italia; Salvador Aguado Andreut, español radicado en Guatemala; Juan Felipe Toruño, nicaragüense procedente de El Salvador; narrador español; y Carlos Varo, español y sacerdote jesuita. También acudieron personalidades como Luis Beltrán Guerrero, de Venezuela; Ricardo Colombo, de Argentina; José Gómez Sicre, de Cuba; Roberto Meza Fuentes, de Chile; Benjamín Carrión, de Ecuador; Fernando Quiñones, Eduardo Riter y Javier Maragón, de la Unión Americana.

Primeras piedras

Durante la semana tuvieron lugar dos colocaciones de primeras piedras: la del Teatro Nacional Rubén Darío y la del Recinto Universitario Rubén Darío. Los huéspedes de honor fueron recibidos en sesión extraordinaria del Congreso, y el presidente del senado, ingeniero Luis A. Somoza, les ofreció una recepción en su residencia. Asimismo, su tía Margarita Debayle de Pallais fue declarada Musa del Centenario en el Teatro González. En dicho acto, ella recitó —fluida y emotivamente— el famoso apólogo que casi sesenta años antes le había dedicado Darío en la isla del Cardón.

Siete libros y una revista en dos tomos

La Semana Dariana de 1967 abarcó otros eventos —conciertos, bailes folclóricos, una exposición de pintura en Bellas Artes, donde participaron 42 pintores de 11 países, etc.— y fue clausurada en Casa Presidencial el sábado 21 de enero. Allí los miembros de la Comisión Nacional recibieron la “Orden Rubén Darío”. Pero esta misma Comisión, con motivo del centenario, había editado decorosamente siete publicaciones: el lujoso catálogo de la exposición citada, Rubén Darío: Antología poética, con una selección complementada por Pablo Antonio Cuadra y por Eduardo Zepeda-Henríquez; Julio Ycaza Tigerino y el citado Zepeda-Henríquez: Estudio de la poética de Rubén Darío; Jorge Eduardo Arellano: Panorama de la Literatura Nicaragüense; María Berríos Mayorga: Adivinanzas de Nicaragua; Erwin K. Mapes: La influencia francesa en la obra de Rubén Darío; traducción de Fidel Coloma González y Charles D. Watland: La formación literaria de Rubén Darío, en versión castellana del mismo traductor.

Por su parte, la UNAN realizó la edición facsimilar del primer cuaderno poemático de Darío: Poesías y artículos en prosa, con prólogo del rector Tünnermann y con estudio de Coloma González; y el número extraordinario de Cuadernos Universitarios —en dos tomos— consagrado a temas darianos. En fin, “por una semana Nicaragua fue la capital de la cultura de lengua española”, acotó el dariísta Ernesto Mejía Sánchez, tras ser testigo del despliegue de un programa espléndido.

 

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