carlostunnermann001Por: Dr. Carlos Tünnermann Bernheim - n.Managua, Nicaragua (10/Mayo/1933). Realizó estudios de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Pedagógico de Varones de Managua, es Doctor en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Académico de Número de la Academia Nicaragüense de la Lengua (1992).

Ahora que se intenta utilizar políticamente a Darío, calificándolo de “sol que alumbra las nuevas victorias”, conviene tener presente que desde muy joven Rubén abominó la politiquería, a la cual calificaba como “ese tremendo hervidero de la pasión política” que podría contaminarlo todo, incluso el arte mismo. También la llamó “política fangosa”.

Si bien Rubén nunca militó oficialmente en ningún partido político, ideológicamente, como hombre avanzado de su época se identificó con el pensamiento liberal de fines del siglo XIX, que por entonces encarnaba los ideales más progresistas. Sin embargo, en un artículo publicado bajo el título Unión liberal, firmado bajo el seudónimo “Tácito” en el “Diario de Centroamérica” (Guatemala, 11 de junio de 1891), Darío escribe: “…Como liberal sincero propongo a mis correligionarios que nuestro partido imite… a los partidos de los países adelantados en prácticas políticas”. El mismo Rubén nos dice que nunca le interesó el activismo político. Ciertamente, no fue un político, en el sentido criollo de la palabra. Esto no significa que menospreciara la política, como preocupación ciudadana por los altos destinos de la patria y el bien común.

En el Discurso del Retorno (León, 1907) Rubén consideró necesario recordar a sus conciudadanos que él, alejado de las disensiones políticas, había luchado y vivido, no por los gobiernos, sino por la patria, y agrega: “Si algún ejemplo quiero dar a la juventud de esta tierra ardiente y fecunda, es el del hombre que desinteresadamente se consagró a ideas de arte, lo menos posiblemente positivo y después de ser aclamado en países prácticos, volvió a su hogar entre aires triunfales”.

Rubén creció y se formó, ideológicamente, en una atmósfera dominada por el pensamiento liberal centroamericano finisecular, una de cuyas características era la vocación unionista, la pasión por reconstruir la patria centroamericana. El otro ingrediente, propio del liberalismo nicaragüense de entonces y que lo distingue del liberalismo de los otros países del istmo, fue la relación ambivalente con el “Coloso del Norte”, los Estados Unidos, visto, a la vez, como modelo de democracia y progreso y como potencia invasora, entrometida en los asuntos internos de Nicaragua. Esta ambivalencia es visible también en la obra de Darío.

 

Cortesía: La Prensa de Nicaragua enlace