Por: José Pascual Ortells Chabrera.

Además de París, Darío conoció las principales ciudades europeas y americanas que se habían convertido en grandes metrópolis durante el XIX. A mediados del siglo el prefecto de París, Rambuteau, había resumido la necesidad de solucionar los complejos problemas de salud pública y tráfico de personas y carruajes, con la frase: “hacer circular el aire y los hombres”.
Barcelona remodeló el puerto, llevó a cabo la anexión de varios municipios vecinos como los de Gracia y Sarriá, y sobre todo puso en marcha el Ensanche o Plá d´Eixample del ingeniero Ildefons Cerdá, que encauzaría durante décadas el desarrollo de la ciudad fuera del núcleo medieval o barrio gótico, a pesar de la fuerte oposición que encontró tanto por motivos económicos como políticos, ya que fue impuesto por el Gobierno central en contra de la propuesta del arquitecto Antoni Rovira i Trías, ganadora del concurso abierto por el Ayuntamiento.

Rubén llegó a Barcelona en diciembre de 1898 y en su primera crónica de España contemporánea describió la ciudad al “amanecer de un día huraño y frío”, con Montjuic a la izquierda, el Tibidabo enfrente “en un fondo de oro matinal”, y “sobre su columna, Colón, la diestra hacia el mar”. Unos años más tarde, en Tierras solares, daba cuenta de los cambios recientes:

“Sus ramblas floridas hierven de almas, con su paseo de Gracia; las fábricas vecinas han adquirido mayor empuje. Llegan numerosos los barcos a traer el material de las industrias y salen cargados de la exportación pingüe que aumenta la existente riqueza. Se alzan palacios flamantes. La urbe se ensancha y la población crece”.

Los “palacios flamantes” eran los primeros edificios modernistas, como el que alojaba Els Quatre Gats en el barrio gótico: “En una estrecha calle se advierte la curiosa arquitectura de la entrada de ese rincón artístico”. Otro local modernista, también descrito por Darío, fue el café Colón en la Plaza de Cataluña, inaugurado un año antes y que en 1902 pasaría a ser el hotel Colón, un punto emblemático hasta el final de la guerra civil española, en que fue demolido. En su lugar se construyó otro edificio de diferente estilo arquitectónico.

Dentro de las murallas medievales, Rubén visitó en 1912, con la gira de Mundial, el Instituto de Estudios Catalanes, entonces situado en el segundo piso de la Diputación Provincial, actual Palacio de la Generalitat, y que el cronista del viaje, Javier Bueno, describió como un “hermoso edificio gótico que hasta hace poco fue Audiencia”. También en el barrio gótico Rubén conoció el Ateneo, ubicado en el palacio Savassona, una casa señorial de estilo neoclásico. Asimismo visitó la residencia del expresidente Zelaya en la calle Santa María de Coll, cerca del parque Güell y al margen del sistema cuadricular del Ensanche.

En 1914 Rubén cubrió un mitin obrero en el Palacio de Bellas Artes, construido frente al parque de la Ciudadela con motivo de la Exposición Universal de 1888 y que era utilizado para conciertos, exposiciones, actos culturales y congresos. Este edificio sufrió daños al ser bombardeado durante la guerra civil española y fue demolido en 1942.

Por su parte, Alberto Gache, Cónsul General de Argentina en España, refiere en sus memorias que Darío lo visitó a inicios de 1914 en la casa Milá, conocida como La Pedrera, donde él residía. Unas semanas más tarde Rubén viajó a París, regresando en mayo a Barcelona. En esta ocasión alquiló una torre o casa con jardín, en la calle Tiziano, donde encontró un ambiente saludable, tal como le exponía en una  carta a su amigo Piquet, de La Nación:

“Torre ideal, cerca del Tibidabo: jardín y huertos a un lado; tranvía cerca; baño, luz eléctrica, timbres, la mar de piezas, todo amueblado, todo listo; piano… ¡18 duros al mes! Yo no me muevo de aquí… porque he aquí lo que yo necesitaba…”

Abandonaría definitivamente Europa en octubre de ese año al embarcarse en Barcelona con destino a Nueva York, primera etapa de su peregrinar por la paz mundial, una misión imposible no solo por su frágil salud, sino también por el asesinato del heredero al trono de Austria-Hungría en Sarajevo, que dio inicio a la I Guerra Mundial.

Rubenia 24/10/2016.

 

Fuente: El Nuevo Diario

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