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Director Literario

Rubén Darío

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Edición

Volumen 1 – Número 1

Fecha

Mayo de 1911

País

Paris, Francia

Rubén Darío y la revista «Mundial Magazine»

 

El temperamento de Darío, el carácter de su obra, las vicisitudes de su vida (y hasta el escenario cambiante que la particulariza) no son factores muy apropiados para permitir a Darío la «dirección» de revistas literarias. Sin embargo, la realidad nos muestra que Darío estuvo vinculado desde temprano a diferentes tareas periodísticas, y en cargos de responsabilidad.

Y también nos muestra que esa labor culmina, bien que en desigual medida, en dos publicaciones de algún valor, que él  dirijó: la Revista de América, de Buenos Aires (1894)Mundial Magazine, de Paris (1911—1914).

Dos banqueros uruguayos, los hermanos Alfredo y Armando Guido, vislumbraron la posibilidad de publicar en París una revista en español.

Mejor dicho: dos revistas, y aprovechar, para las dos, el nombre famoso de Rubén Darío como su director literario. De esta manera —creo— se explica la situación de Elegancias. Darío difícilmente se hubiera prestado, por más apremios que  tuviera,  a  dirigir únicamente Elegancias. Aunque al referirse a las dos dijo en cierta ocasión Darío «mi buen gusto suda y mi dignidad corcovea», no cabe duda de que la mayor ambición y significación de Mundial permitió también que diera su nombre a Elegancias, que salió poco después.

Mundial fue revista de apreciable caudal literario (mas allá de los entretelones de su publicación).

Asi vemos como, en efecto, se aprovechó el nombre y prestigio de Darío. El contrato celebrado con los banqueros se hacía por la dirección de las revistas. La colaboración del poeta no entraba en el contrato y era voluntaria. Por otro lado —y a través de diversos testimonios— se trasluce que Darío era el intermediario y asesor. Y que eran los Guido los que, en última instancia, resolvían con respecto a las colaboraciones.
Este último aspecto se fué haciendo más visible al avanzar la revista. Darío se encargaba de solicitar las colaboraciones y, de más esta decir, encontró amplia acogida a sus pedidos. Claro que no se limitaba, como he dicho, a lo literario; también entraban colaboraciones de otro tipo: «grandes industrias, altas cuestiones comerciales, etc.». Y, de manera especial, las que daban noticias de los diferentes países de lengua española; sobre todo, los hispanoamericanos.

Darío recibía un sueldo de 200 francos por su tarea. AI principio, no hubo problemas. Pero, posteriormente, como las revistas no dejaban las ganancias que sus editores calculaban (o que le ocultaban a Darío) las cosas no anduvieron tan bien.
A comienzos de 1913, el poeta se considero estafado y quiso rescindir el contrato. Los Guido le señalaron que la empresa no había dejado todavía ganancias.
En fin, Darío quiso romper eon ellos, pero Julio Piquet lo disuadió.

Volviendo a una primera —e inicial— de Mundial Magazine, conviene decir que, en 1912, los editores de las revistas entrevieron que un medio apropiado para difundirlas era auspiciar un viaje de Darío por distintos países.
Visitó, así, España (Madrid, Barcelona), Brasil (Río de Janeiro), Uruguay (Montevideo) y la Argentina (Buenos Aires). Pensaba seguir a Chile, pero, al sentirse enfermo, decidió volver a París, desde Buenos Aires. En todas partes recibió el poeta señales calurosas de amistad y simpatía, en consonancia con la fama que ostentaba.

Al regresar a París, a fines de 1912, un banquete organizado en su homenaje, reunió en el Cafi Voltaire a varios escritores franceses: Paul Fort, Guillaume Apollinaire, Ernest Raynaud, Francis Carco, Andre Salmon.., Claro que una vez más (conviene decirlo) tales nombres no significan mayor reconocimiento a la obra de Darío entre los escritores franceses.
En fin, como nueva señal de propaganda, en ese año del viaje de Darío. Mundial organizó un concurso literario, concurso en el cual resultaron vencedores A. Martinez Mutis (poesía) y A. G. de Linares (comedia).

La revista vayamos ahora, sobreponiendonos a las vicisitudes de Dario, a Mundial Magazine y a lo que su contenido revela. Mundial se publico, como revista mensual, desde mayo de 1911 hasta abril de 1914. Exactamente, treinta y seis numeros. Como ya sabemos, figuraba como «Director literario» Rubén Darío, y como Administrador propietario, Alfredo Guido. Pie de imprenta en París, y como «Publicación Leo Merelo y Guido Fils». Leo Merelo era un dibujante español que, precisamente, había interesado a Darío en las revistas.

El primer número de Mundial traía la correspondiente presentacion: «Mundial aparece lleno de buena voluntad y con elementos que hacen esperar el éxito, si el público hispanoamericano acoge con simpatía y estímulos a quienes quieren llevar a cabo una obra de cultura, haciendo los sacrificios que requiere una publicación que en lengua castellana no tendra rival por su presentación tipográfica y artística y por lo nutrido y varío de su colaboración literaria. La característica de magazine —habrá que adoptar la palabra en castellano— hara que en sus páginas alternen lo ameno y lo curioso con lo bello y lo útil… No habrá preferencia por escuela ninguna, en lo exlusivamente literario, de manera que no se tendra en cuenta sino la belleza y nobleza de la expresión… Las Repúblicas hispanoamericanas seran objeto de nuestro particular cuidado, asi como España: y sera principalmente con elementos propios que llevaremos a cabo nuestras tareas…» (Los Editores). ¿Cumplió la revista con lo que anunciaba en su número inaugural? La respuesta es, en general, afirmativa. Fue, en efecto, una publicación lujosa, no corriente hasta entonces en revistas de lengua española. En la parte ilustrativa se destacaron las colaboraciones del pintor Vázquez Díaz. Como anticipaba, dio preferencia al ámbito hispánico, y, de manera particular, a Hispanoamerica. En lo relativo a no tener preferencia de escuela y atender solo a la belleza y nobleza de la expresión, conviene advertir que, como los que colaboraron en Mundial fueron en su gran mayoría amigos de Rubén Darío, si bien no constituyó la revista de un círculo cerrado, fue evidentemente una revista «modernista». Modernista en la medida que podía serlo alrededor de 1910. En todo caso, abierta también al post-modernismo (y utilizó este nombre en su valor estricto, y no con la vaguedad con que se lo utiliza corrientemente). El «indice» literario del primer número nos da, en lo esencial, el siguiente contenido: —Enrique Larreta, Artemis. —Rubén Darío, Dos estrofas («¿Quien nos brinda la urna henchida?»). —Leopolde Lugones, Mensaje (A Rubén Darío).

Suplemento: —-Rubén Darío, Pans nocturno. —Rufino Blanco Fombona, Noticulas. —Libros hispanoamericanos. (Manuel Ugarte, El porvenir de la America Latina.) Este primer número es ya reflejo de lo que será la revista, salvo en lo que se relaciona con el origen de los colaboradores, aqui reducidos a hispanoamericanos. Posteriormente, y en número apreciable, figuraran colaboradores españoles. Pero, en el conjunto, los hispanoamericanos forman mayoría. En cambio, llama la atención (si bien algo nos dice, al respecto, el mimero inicial) la escasez de colaboradores «extranjeros». Quiero significar, no hispánicos. Sobre todo si conocemos que Darío procuró alguna vez esa presencia. Como escritor no hispánico de trascendencia encuentro unicamente el nombre de Rabindranat Tagore, en versión española, con motivo de haber obtenido el Premio Nobel de Literatura (n° 36, abril de 1914. Ultimo número). Dentro de los colaboradores mis asiduos hay que mencionar en primer termino, claro está, a Rubén Darío, con 54 aportes. Le siguen, a apreciable distancia, Gómez Carrillo con 12, Amado Nervo con 11, Ventura García Calderón con 6, Zorrilla de San Martin y Carrasquilla Mallarino con 4. Otros nombres: Larreta, Lugones, Alcides, Arguedas, Chocano, El Dr. Atl, Ghiraldo, Manuel Gilvez, Hernández Cata, Calou, Herrera y Reissig, Almafuerte, Vasseur, Ingenieros, Francisco Contreras, etc. Entre los españoles, figura en primer lugar Villaespesa, con 6 colaboraciones. Le siguen Valle Inclan con 4, Manuel Machado y Juan Ramón Jiménez con 3, Antonio Machado, los hermanos Quintero y Ortega Munilla con 2. Y otros: Parez Galdos, Maragall, Tomds Morales, Benavente, Ramiro de Maeztu, Dicenta, Manuel Bueno, Guimerd, etc. Como autor de otra época figura, excepcionalmente, Gongora (AI Nacimiento de Nuestro Senor). Como vemos, los autores representados constituyen un grupo distinguido. Y, en consonancia con ese nivel, las colaboraciones ofrecen apreciable nivel. Darío nos dio en Mundial varios de sus poemas (Pequeño poema de Carnaval, Los motivos del lobo, France-Amerique y La Rosa Niña, La Canción de los osos) que formarían parte de su libro Canto a la Argentina y otros poemas (Madrid, 1914). Su colección de «Cabezas» (Lugones, Rodo, Ugarte, Alfonso XIII, Francisco García Calderón, Gómez Carrillo, Angel Zrraga, Ricardo Rojas, Zorrilla de San Martin, Amado Nervo, M. Lainez, J. P. Ramírez, Graga Aranha, Alberto del Solar, Federico Gamboa, Rusinol, Fray Crescente Errdzuriz). Algunos cuentos (Cuento de Pascuas, El caso de la Señorita Amelia, La extraña muerte de Fray Pedro, Curiosidades literarias). Sus semblanzas de las republicas hispanoamericanas (Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Brasil, Paraguay, República Dominicana, Guatemala, Cuba, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá). Y diversas crónicas.

No tendría aqui sentido un recuento detallado de las distintas colaboraciones. Baste con señalar, por ejemplo, que en Mundial anticipa Valle Inclan el texto de su tragedia Voces de gesta (los tres actos en tres números) y el preludio a La marquesa Rosalinda. Que Juan Ramón Jiménez dio primicias de su Poemas agrestes. Que Antonio Machado publicó La tierra de Alvar González, relato en prosa (y precedente del romance). Que Manuel Machado publicó cuentos y poemas. De Leopoldo Lugones salieron el Mensaje a Rubén Darío, y unas Endechas de El Libro fiel; de Herrera y Reissig, varios poemas inéditos (como El hada Manzana) y sonetos; de Gómez Carrillo, varias de sus crónicas y una «Cabeza» de Darío; de Amado Nervo, diversos poemas… De tal manera, esta revista postrera de Rubén Darío nos ofrece un material valioso. Más allá del desnivel comun en este tipo de publicaciones, fue una de las mejores revistas en español publicadas por aquellos años. Hemos visto que si bien el nombre de Rubén Darío aparecía como «Director literario» de Mundial Magazine, no siempre mantuvo, realmente, tal atribución. Pero tambien hemos visto (y las colaboraciones lo confirman) que el nucleo fundamental —y variado— que forman los que escriben en Mundial son amigos o conocidos de Darío, ο personas a las cuales Darío solicita trabajos literarios para la revista. Con otras palabras: fuera de las peripecias que envolvieron la no muy larga vida de Mundial, la categoría y el prestigio que ella adquirio se debió, en gran parte, a Rubén Darío. Repito: a sus colaboraciones (numerosas) y las de los demás, pero que llegaron, en su mayoría, a través de Darío.

Asi las cosas, vivía Darío en París cuando surgió el proyecto de Mundial. En realidad (como hemos visto) no surgió de el, sino que lo buscaron. La necesidad hizo lo demas. El final ya lo conocemos. Tampoco puede decirse que Mundial Magazine (dejemos a Elegancias) fue un triunfo. Por el contrario, dejó sabor amargo a un Darío cada vez más enfermo y acosado por ese y otros males. Sin embargo, Mundial alcanzó suficiente vida como para que aqui se reflejara mejor —en este momento casi de postrimerías— la actividad de Darío. Por eso, con todos los inconvenientes, ha quedado como la «revista» de Darío. Aquella en que se lo ve con amplitud, tanto a traves de sus nutridas colaboraciones, como a traves de los valiosos aportes que su nombre congrega. Dentro de la vida y obra de Darío, con tanta variedad de materiales, con tanta diferencia de grados y matices, no podía faltar este sector de las revistas «propias» (mas menos propias). Y, si no de manera brillante y espectacular, comprobamos que también aquí dejó huellas que hacen honor a su prestigio.


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